Es sabida la pulsión narrativa de César Aira (Coronel Pringles, 1949), que desde hace décadas lo empuja a escribir y publicar varios libros por año con una fecundidad sólo comparable a la de fenómenos literarios como Lope de Vega o Simenon. En los últimos tiempos, además, su genio ha cruzado las fronteras y ha podido aspirar al premio Man Booker International y se lo menciona ya como candidato al Nobel.
En este contexto la editorial Emecé está reeditando su obra, la más difundida y también la otra, la que había aparecido en sellos pequeños y de escasa circulación. Es el caso del trío de novelas breves (o, mejor, cuentos largos) que integran Actos de caridad, Los dos hombres y El ilustre mago.
Los tres títulos comparten un tono que aborda lo fantástico con mirada paródica. Los tres empiezan mejor de lo que terminan. En Actos de caridad un sacerdote, tironeado entre el deber de ayudar a los pobres y la necesidad de solventar su parroquia, decide construir una fastuosa residencia con la peregrina idea de legársela a su sucesor y de ese modo liberarlo para que él sí pueda cumplir con las obras de misericordia. Con ironía kafkiana, la construcción consume la vida entera del primer sacerdote. Su sucesor hereda la vivienda y con ella el significado de quien la mandó construir: también él seguirá ampliándola para que un párroco futuro no deba ocuparse de cuestiones materiales y se entregue a la caridad plena. Y así en una serie infinita.
En Los dos hombres un narrador en primera persona cuenta sus visitas cotidianas a la casa de los protagonistas para alimentarlos. Son dos hombres monstruosos, uno tiene las manos gigantes y el otro, los pies. El visitante, un tardío aficionado al arte, no sabe nada de ellos y tampoco puede explicar por qué los atiende. Hacia el final se conforma con verlos como una posible "idea artística".
El ilustre mago es el más largo de los textos y el de mayores resonancias. También lo relata un narrador en primera persona, César, escritor consagrado con muchos de los rasgos del propio Aira. Un día, recorriendo los puestos de libros del Parque Rivadavia, César se cruza con un antiguo conocido del lugar, Ovando, un mago secreto, quien lo lleva a un café y lo tienta a dejar la literatura a cambio de recibir poderes mágicos. La intriga de la historia estará en saber si César acepta o no.
Esta última nouvelle le permite al narrador (un escritor que pertenece a la raza de "los cansados de la vida") filtrar reflexiones sobre la creación artística, la lectura, el rumbo de su obra y la duda por haberse dedicado a la ficción y no al ensayo. Son las enésimas vueltas de tuerca de su alter ego, un autor inclasificable que sólo concibe la literatura como un juego inofensivo de la imaginación, y que, como el mago del cuento, más de una vez "se había confiado en la bondad de una idea, y se había lanzado a realizarla sin hacer antes los cálculos correspondientes".
César Aira ha sido finalista del premio Man Booker International y ya es mencionado para el Nobel.
La Prensa
Creado por Julio Torreguitart