Un calefón solar permite ahorrar hasta el 80% del gas destinado a calentar agua. En electricidad, prácticamente se puede vivir desconectado de la red.
Hernán Guercio / hguercio@lanueva.com.ar
Salvar el planeta y cuidar el bolsillo; o viceversa. Los fuertísimos aumentos de los servicios públicos en los últimos meses ha obligado al ciudadano común a empezar a pensar en la forma de contrarrestar esas subas para que no afecten tanto la economía familiar: compra de luces LED, restricción en el uso de calefactores y buscar -urgentemente- nuevas alternativas.
Aquí es donde la tecnología termina pasándonos por arriba: si por unos 1.500 pesos se consiguen cartucheras con cargadores solares para celular, que permiten salir a caminar o andar en bicicleta por el medio del campo sin quedarnos sin señal satelital, ¿cómo no se puede buscar una solución alternativa para la suba de tarifas por no mucho dinero? Esos pequeños gadgets tienen su réplica mayor en equipos que se instalan en el hogar y permiten, además de generar energías limpias y renovables, bajar los temidos números mensuales de las boletas de electricidad y gas.
Sin pensar en las posibles repercusiones que pueda tener la suba del dólar en los precios y en los futuros resúmenes boletas de servicios, contar con un termotanque solar en Bahía Blanca y la zona, ocasiona un ahorro de hasta el 80% del gasto anual de gas para calentar agua; y el uso de paneles solares o pequeños aerogeneradores para generar electricidad destinada al consumo propio, permitiría casi no depender del suministro de energía externo.
Por supuesto, los costos de estos equipos no son para nada despreciables y no representan una inversión que se pueda amortizar en el corto plazo, aunque sí en el mediano y largo.
Más allá de las posibilidades que brindará la famosa Ley de Energía Distribuida una vez que sea reglamentada, hace varios años que el campo y el sector residencial urbano vienen invirtiendo en el uso de aerogeneradores pequeños, y paneles y calefones solares para el hogar. Eso sí, el boom de ventas se da normalmente ante un desastre mundial que afecte a la ecología (como la explosión de la planta nuclear en Japón hace algunos años) o la suba de las tarifas.
“Con el precio que tiene hoy el gas ¿cuánto podés tardar en amortizar los 28 mil pesos que cuesta un calefón solar?”, plantean en un comercio bahiense especializado en construcción, herramientas y grifería.
A nivel de pago de tarifas, el ahorro es significativo. Con un calefón solar, en una casa tipo solo se utilizaría el gas que se destina a la cocina y la calefacción. Es más, los especialistas aseguran que entre septiembre y marzo, prácticamente no es necesario usarlo: en pleno verano y debido al sol, el agua puede alcanzar el punto de ebullición.
Otra opción es utilizar sistemas similares para la calefacción del hogar -en casas que cuenten con radiadores o pisos radiantes-, que permiten la circulación de agua caliente. A principios de la semana pasada, el valor de estos equipos rondaba los 300 mil pesos.
En cuanto a la electricidad, la definición de porcentajes de ahorro ya no es tan simple aunque, con la inversión adecuada, se puede llegar a amortizar el 100% de la tarifa y literalmente vivir desenchufado.
Según los vendedores, lo recomendable es ir incorporando la tecnología –léase paneles, aerogeneradores y baterías- por secciones. ¿Cómo es esto? Lo más simple es dividir la casa por pisos o por sectores (habitaciones por un lado, cocina por otro, living por otro, y así), pero mejor sería hacerlo por nivel de consumo, con un circuito para luces y determinados tomacorrientes, otro para aire acondicionado y así sucesivamente.
A comienzos de semana, cuando el dólar aún se mantenía en (tensa) calma, un calefón o termotanque solar se podía adquirir en entre 16 mil y 45 mil pesos, pero después de la corrida cambiaria es más sencillo hablar en moneda estadounidense. Dependiendo del modelo, su capacidad y determinadas características, hay que pensar en desembolsar entre 500 y 1.500 dólares; y para la instalación al menos 4 mil pesos más.
Más allá del volumen de agua que manejen (hay que calcular unos 50 litros diarios por persona), hay calidades y tipos de equipos diferentes, con sus correspondientes pros y contras. Los especialistas recomiendan los presurizados -son más caros, obviamente- porque permiten mantener el agua caliente durante más tiempo y poseen un rendimiento mayor.
Normalmente, estos aparatos se conectan haciendo un bypass entre el tanque de agua y el termotanque o calefón a gas del hogar, bajando así el régimen de consumo de este último: o bien no es necesario que encienda o solo tiene que funcionar un rato porque el agua ya está precalentada.
“Cuando los días son muy fríos y hay poca radiación solar, la temperatura del agua puede llegar a 30 o 32ºC, por lo que es necesario calentarla un poco más”, reconoce un instalador de esta aparatología con amplia experiencia en el sur del país.
Para los lugares donde utilizar gas no es una opción -como hoy ocurre en algunos sectores de Bahía Blanca-, existen termotanques solares con una resistencia para calentar agua en días nublados o lluvioso. Eso asegura la provisión de agua caliente, pero también un incremento interesante en la factura de electricidad. “Es como dejar una plancha prendida todo el día”, explican.
Seccionando el consumo
En sistemas eléctricos de energías renovables, en muchos lugares se ofrecen kits para abastecer una determinada demanda de potencia. Como ya se dijo, la idea es seccionar el consumo, eligiendo abastecer las luces por un lado, la heladera o la televisión por otro, y el aire acondicionado por otro, a manera de ejemplo; o también utilizar una parte del circuito con recursos renovables y otro directamente conectado a la red domiciliaria.
“En la ciudad hay distintos tipos de equipos para ofrecer -señalan desde un comercio de Bahía Blanca especializado en estos equipamientos-. Se pueden usar paneles solares conectados a un inyector de red, que a su vez esté conectado a un tomacorriente interno, para que cada vez que salga el sol se inyecte energía; y si esta no se consume, se derivará a una batería”.
Los equipos básicos cuentan con un panel solar, un inversor (para convertir la corriente continua que se genera en alterna, a 200 volts y 50 ciclos) y una batería/acumulador. Para hablar de precios, hay que pensar en -tomando el valor del dólar del viernes- por lo menos 50 mil pesos para adquirir un kit destinado a un pequeño consumo; si se le quiere sumar algún artefacto más grande, es necesario desembolsar el doble de dinero.
“La parte de iluminación es lo de menos, porque con las lámparas LED o de bajo consumo, no hay que emplear equipos grandes; y si se le agrega un televisor, la demanda crece un poco más dependiendo del tiempo que esté encendido. Pero cuando conectamos una heladera o un freezer, hay que darle una mayor autonomía al sistema”, se explica.
Al momento de elegir el equipo a instalar, hay que hacer las estimaciones teniendo en cuenta la época crítica de uso -el invierno-, que es cuando será menor la exposición del equipo al sol. En este momento cobran especial protagonismo las baterías, porque tienen que permitir la autonomía necesaria para soportar varios días con mal tiempo y sin posibilidad de recarga. Las de auto, si bien son utilizadas, no permitirán que el sistema funcione mucho tiempo.
Hay distintos valores, pero las de mayor capacidad pueden llegar a costar unos 20 mil pesos. Normalmente tienen una vida útil de 8 años.
“Para que no caiga el voltaje se necesita una batería especial. La de un vehículo está preparada solo para el arranque del motor y el consumo de luces; en cambio, las que se comercializan para instalaciones domiciliarias, soportan el ejercicio de descarga que dan los inversores para pasar la corriente continua a alterna”, aseguran.
Al momento de elegir el equipo a instalar, hay que hacer las estimaciones teniendo en cuenta la época crítica de uso -el invierno-, que es cuando será menor la exposición del equipo al sol. En este momento cobran especial protagonismo las baterías, porque tienen que permitir la autonomía necesaria para soportar varios días con mal tiempo y sin posibilidad de recarga. Las de auto, si bien son utilizadas, no permitirán que el sistema funcione mucho tiempo.
La instalación, por el momento, no necesita de ningún tipo de verificación: se trabaja “aguas adentro”, desde el medidor de la empresa distribuidora de electricidad hacia la vivienda. Incluso, se comercializan equipos conmutadores que automáticamente toman o cortan la energía desde alguna de las dos fuentes. Una persona que posea algunos conocimientos de electricidad puede tranquilamente instalar uno de estos equipos en su casa.
¿Y qué pasa con los aerogeneradores? En nuestra ciudad se pueden conseguir a unos 18 mil pesos, pero las condiciones de instalación son especiales, por más que su utilización sea la misma que la de los paneles solares.
Además de tener que ser ubicados a una altura determinada que no suponga peligro para la gente (usualmente, unos 6 metros), tienen el gran inconveniente de hacer mucho ruido al cortar el viento, lo que también causa quejas y problemas con los ocupantes de las casas vecinas.
A favor está el hecho que, en Bahía Blanca, probablemente siempre estén generando electricidad. En contra está la vida útil, ya que periódicamente hay que hacerle un service por el desgaste que causa la rotación del eje; allí pierde frente al panel solar, que tiene una vida útil de al menor 30 años.
Las pymes, el comercio y la agroindustria, aliados fundamentales
El diputado nacional por Cambiemos, Juan Carlos “Cali” Villalonga, señaló que la puesta en funcionamiento de la Ley de Energía Distribuida tendrá en las pymes, en el sector comercial y en la agroindustria un aliado fundamental, mientras que el sector familiar o residencial recién se volcará a invertir en una segunda etapa.
“Los que van a hacer madurar la aplicación de la ley y los precios, serán los grandes consumidores, las pymes y los sectores rural y corporativo. Son quienes van a mover la aguja, ya que para ellos implica un beneficio muy importante, porque van a poder bajar sus costos”, señaló a La Nueva.
El Poder Legislativo nacional aprobó hace algunos meses la Ley de Energía Distribuida, y desde entonces se está esperando que el Ejecutivo nacional firme el decreto reglamentario para que comience a aplicarse.
La idea es simple: mediante un medidor bidireccional, un usuario podrá inyectar en la red eléctrica barrial el excedente de la energía que genere -en su casa- a partir de equipos de energías renovables, como paneles solares o pequeños aerogeneradores. Después, en la boleta mensual, se calculará el valor de lo inyectado y de lo consumido, y se pagará la diferencia.
“Se conoció un borrador de la reglamentación, que ya pasó por los ministerios de Energía, Hacienda y Producción, y está en el área de Legales de la presidencia. Después deberán adherir a la ley las distintas provincias”, sostuvo.
Villalonga recalcó que el sector comercial será el primero en invertir en energías renovables, ya que el costo energético es un componente importante, y su utilización les permitirá mejorar procesos internos.
“Además, tienen otra capacidad de endeudamiento y espacio donde instalar estos equipos. El sector residencial llegará en la segunda oleada, con un mercado maduro y la posibilidad de financiamiento”, dijo.
“Es decir, será necesario que quien quiera hacer una inversión para su vivienda no sea un especialista, y que pueda comprar algo que sea plug and play”, añadió.
Respecto de la escalada del dólar en las últimas semanas, reconoció que es un contexto difícil para que una familia haga una inversión de estas características, para recién amortizarla en el mediano plazo.
“Hace seis meses teníamos un nivel de dólar, y con estos aumentos la compra de equipos será más cara y el precio de la energía es más barato. Es decir, hoy la electricidad es más barata que hace cinco meses. La ecuación se desajustó de nuevo y, para que todo esto funcione, tiene que estar mucho más estable”, señaló.
El legislador por Cambiemos reconoció que en la actualidad ya se pueden ver instalaciones eléctricas y de agua caliente “por todos lados” y remarcó que esta coyuntura es imparable.
“La generación distribuida es un hecho, y vamos a ir viendo cómo aparece en las ciudades. Es cierto que el tema de los costos puede demorar o acelerar el ingreso y el acceso a esta tecnología, pero es algo que está pasando ahora”, sostuvo.
Respecto de algunas provincias que han puesto reparos en la implementación de la ley, sostuvo que no es una norma que busque “marcar la cancha en cuestiones regulatorias”.
“No hay tal injerencia. La idea es homogeneizar un marco regulatorio en todo el país, sobre todo para que los equipos sean los mismos. No se tiene que ver como antagónico”, clarificó.
Al respecto, explicó que el ministerio de Energía de la Nación ya está analizando los posibles equipos que se utilizarán.
La nueva
Creado por Julio Torreguitart